Escrito por Miren Olcoz, Asociada ECM-Studio
En esta última década hemos asistido a la consolidación de nuevas demandas sociales hacia el sector privado. A día de hoy, una nueva generación de consumidores exige a las empresas que se comprometan con los grandes retos sociales y medioambientales de nuestro tiempo. Acabar con el hambre, fomentar la salud y el bienestar, la calidad en la educación, la igualdad, las energías limpias o la reducción de las desigualdades son algunos de los objetivos en los que la sociedad espera una contribución activa y significativa por parte de las empresas.
Pero no solo los consumidores, sino que los profesionales de la propia compañía tienen mucho que decir en este sentido. Una de las patas fundamentales de lo que hoy día se conoce como “Employer Branding” es precisamente la sostenibilidad. Los empleados quieren sentirse identificados con los valores de sus empresas y que éstos se reflejen en la actividad de la compañía de forma que se maximice la aportación a la sociedad y se minimice el potencial impacto negativo para el medio ambiente.
Decía Mark Twain que “no es lo que no sabes lo que te mete en problemas, sino aquello que das por cierto y no lo es”. El mayor error de las PYMES seria pensar que estas expectativas se dirigen exclusivamente hacia las grandes empresas, porque la realidad es que no es así. Tanto los consumidores, como los profesionales desde su rol de empleados o candidatos, consideran que las pequeñas y medianas empresas tienen un gran papel que desempeñar. Realmente tienen toda la razón, porque tienen un papel vital ya que tal y como reconoce el Pacto Mundial de Naciones Unidas las PYMES suponen nada menos que el 90% de las empresas del mundo, representan más de la mitad del empleo a nivel global, son una pieza clave en las economías locales, forman parte de las cadenas de suministro más grandes del planeta y además son referentes en innovación.
“No es lo que no sabes lo que te mete en problemas, sino aquello que das por cierto y no lo es.” (Mark Twain)
“Doing Good by doing well”
El modelo de valor compartido consiste en crear valor para la sociedad contribuyendo al mismo tiempo a los resultados empresariales.
La única sostenibilidad sostenible, valga la redundancia, es aquella que se integra en la estrategia empresarial de forma que, no sólo genera un valor para la sociedad, sino también para la propia organización. El concepto de valor compartido, planteado por el experto en estrategia Michael Porter, apuesta por la adopción de prácticas y políticas corporativas que mejoran la competitividad de la empresa a la vez que ayudan a mejorar las condiciones económicas y sociales en las comunidades donde opera. La clave para que se produzca ese círculo virtuoso, en el que desaparece la disyuntiva entre hacer el bien y tener buenos resultados, reside en realizar un análisis en profundidad del modelo de negocio para identificar iniciativas que maximicen el valor compartido.
Se trata al fin y al cabo de reconectar el éxito de los negocios con el progreso social. Es cierto que se requiere una mayor inversión en tiempo para implementar una política de sostenibilidad que implique nuevas formas de operar, pero, el modelo de creación de valor compartido nos aporta la gran ventaja de generar un impacto positivo en indicadores clave del negocio. Al fin y al cabo, el reto de integrar la sostenibilidad en la estrategia empresarial queda ampliamente compensado por la gran oportunidad de impulsar el crecimiento, tanto por el aumento de las ventas como por el acceso a nuevos mercados, por la capacidad de atracción y retención del talento y finamente por el fortalecimiento de la reputación.
Desde ECM sabemos que esto será un punto clave para la competitividad de las PYMES a lo largo de este año y por ello estamos trabajando para ayudar a las empresas a adoptar una estrategia de sostenibilidad que les ayude a retener el talento, atraer y fidelizar a sus clientes e impactar positivamente en sus resultados al mismo tiempo que refuerza los valores de la compañía.